четверг, 7 августа 2008 г.

Sobre los puntos de partida y los puntos de regreso, los diferentes husos horarios dentro del mismo desuso del tiempo y casi en el mismo espacio.

ROCIANA
"¿Por qué no crecer allí?", me dije en el útero y a patadas le berreé al médico nueve meses de rabia contenida, dejando así constancia del primer caso de claustrofobia en fetos, así que a lo tonto caí en los brazos de mi madre y en la cartera de mi padre, y de ahí caí de golpe a la infancia más feliz que se pueda soñar. Con todos sus dolores, pero para detalles absurdos prefiero carecer de memoria...

Rociana, de donde es el reloj que gira al sol y el terrón de piedra o la libélula, monumentos más importantes de mi infancia son la granja de pollos, que ocultaba tesoros que a más sol más brillaban, y hacía sol, y (¿he dicho?) era todo tan feliz, con sus dolores. (Como el que me hizo pensar "¿Por qué me obligan a irme..." con trece o catorce años (¿he dicho ya que para detalles absurdos carezco de memoria?) "...del pueblo?".

Y de ahí me caí a Málaga y de allí a Granada pero eso son demasiadas historias.
Ahora he vuelto, y pienso cabalgar libélulas, y voy a vaciar de vino los doscientos toneles y los veinte depósitos, y voy a llorar amarrado a la verja de la que fue mi casa, donde ahora se ve algo que no es un niño feliz, ni un padre o un hermano vivos,
ni nada que se le parezca.

No importa, tengo tiempo para todo, como decía este texto va sobre los puntos de partida que a veces son inevitables puntos de regreso y sobre como la luna ya no es la misma a la misma hora que en cualquier otro sitio. Ni la luna ni yo.